Ciencia y medio ambiente

La contaminación afecta la salud mental infantil, pero los espacios verdes son su refugio: estudio

La contaminación impacta la salud mental infantil, pero los espacios verdes pueden ser un escudo protector.

La contaminación afecta la salud mental infantil, pero los espacios verdes son su refugio: estudio

La contaminación afecta la salud mental infantil, pero los espacios verdes son su refugio: estudio

Un estudio realizado por el Instituto de Investigación Vall d’Hebron y el Instituto de Investigación Sant Joan de Déu, reveló que la contaminación ambiental aumenta el riesgo de problemas emocionales en niños, niñas y adolescentes, mientras que la presencia de espacios verdes cerca de los colegios puede disminuir las alteraciones de conducta.

El trabajo se llevó a cabo en Cataluña y fue publicado en la revista Child and Adolescent Mental Health. Gracias a esta colaboración, esta investigación permitió entender la importancia del entorno de desarrollo psicológico de la infancia en la sociedad de hoy en día, sobre todo en las áreas más urbanas.

Todo partió desde una premisa clara: si bien la genética influye en la salud mental, el entorno también juega un papel clave. Hasta ahora, muchos estudios habían examinado cómo afecta la contaminación a los adultos, pero este trabajo se centró en los más jóvenes, una población especialmente sensible durante el desarrollo.

La infancia y la adolescencia son dos etapas donde se forman estructuras cerebrales fundamentales, y cualquier alteración durante ese tiempo puede tener efectos duraderos en la vida adulta.

Contaminantes, espacios verdes y resultados del estudio

La investigación se basó en el análisis de 4.485 menores de edad procedentes de 48 centros educativos, tanto públicos como privados, de distintas partes de Cataluña. Los científicos recopilaron datos sobre los niveles de contaminación atmosférica, específicamente de dióxido de nitrógeno (NO₂) y partículas en suspensión como el PM10, a los que estaban expuestos los niños, así como la cercanía de espacios verdes a sus colegios.

Además, se les pidió a las familias que completaran cuestionarios para evaluar la salud emocional y de conducta de los menores.Los resultados mostraron una relación clara entre la exposición a contaminación, especialmente las partículas PM10, y un mayor riesgo de padecer ansiedad, depresión u otros problemas emocionales.Estos efectos eran observables apenas un año después de la exposición.

En cambio, se encontró que la presencia de áreas verdes en un radio de menos de 100 metros de los centros escolares se relacionaba con una disminución del comportamiento agresivo en los niños. Este efecto positivo persistía incluso hasta cuatro años después.

Los investigadores creen que los beneficios de los espacios verdes pueden deberse a varios factores. Por un lado, estos lugares reducen el estrés y la ansiedad al ofrecer un entorno tranquilo y natural. También promueven el ejercicio físico, el juego libre y la interacción social entre los menores, todos aspectos que favorecen el desarrollo emocional y conductual. Además, estos espacios ayudan a reducir la exposición a otros contaminantes y al ruido urbano.

Otros hallazgos sobre el comportamiento de los menores

Una parte interesante del estudio fue que no se encontraron diferencias significativas en los efectos según el sexo, la edad, el estatus socioeconómico ni la predisposición genética. Esto indica que la influencia de la contaminación y los espacios verdes sobre la salud mental infantil es generalizada y afecta a todos los menores por igual, independientemente de sus circunstancias personales.

Este hallazgo tiene importantes implicaciones para las políticas públicas. Los investigadores subrayan la urgencia de implementar estrategias para mejorar la calidad del aire y fomentar la creación de zonas verdes, especialmente alrededor de los centros educativos. La contaminación ambiental es un problema común en muchas ciudades, por lo que incluso pequeñas mejoras pueden tener grandes beneficios a nivel colectivo.

El estudio también destaca que mejorar el entorno no solo beneficia a los niños, sino que puede influir positivamente en la calidad de vida de sus familias y de la sociedad en general. Al reducir los problemas emocionales desde edades tempranas, se disminuye también la carga futura sobre los sistemas sanitarios, educativos y sociales.

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